Londres, 1891.



Título: Londres, 1891
Autor Juan Ramón Biedma
  • Nº de páginas: 480 págs.
  • Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
  • Editorial: ZETA BOLSILLO
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788490703939

Cuando los propios londinenses denominan niebla asesina a la bruma que lleva varios días asentada sobre la ciudad es que han pasado por muy pocas penumbras semejantes a aquella.
Una oleada de secuestros de niñas, algunas de ellas relacionadas con las primeras personalidades políticas, resulta ser solo un signo más de la cadena de acontecimientos que amenaza con el desplome del país más importante del mundo.
Cox, un antiguo profesor que vive del desentierro, es encargado de encontrar a un compañero de oficio relacionado con el rapto de una de ellas.
Rambalda, hija del Lord Canciller, está dispuesta a sumergirse en lo más profundo de los bajos fondos por encontrar a su hija.
Juntos se hundirán en esas catacumbas del mundo victoriano que se nos habían ocultado hasta ahora: el Jardín Zoológico de Aclimatación Hagenbeck, en el que se exhiben nativos de todo el mundo como si fueran animales en reclusión, el más perverso de los Teatros de Variedades, cementerios de prostitutas, la primera huelga de berlinas de alquiler, las singularidades de la prisión de Newgate, las infernales jornadas de los obreros de la fábrica de gas de Westminster, el interior de algunos de los más míseros hogares, pero también los primeros grandes almacenes y sus servicios exclusivos para las clases más acomodadas.
Al mismo tiempo, asistiremos al proceso por el que el profesor James Moriarty debe usar los hábitos investigativos de Sherlock Holmes para encontrar a un cómplice desparecido y el detective consultor, Sherlock Holmes, empieza a considerar la posibilidad de usar los métodos del profesor para hacer frente al más crucial de los casos a los que se haya enfrentado.
(Juan Ramón Biedma)


A partir del relato de Sherlock Holmes «El problema final» escrito por Arthur Conan Doyle, Juan Ramón Biedma desarrolla con Londres, 1891una intensísima novela historicocriminal en la que el imaginario Holmes va más allá de una propuesta escenográfica.
(Me gusta leer)

Hace tiempo que leo a Juan Ramón Biedma. Para mí es uno de los escritores más solventes que tenemos en España. Probablemente sin todo el éxito que merece porque escribe muy bien y eso, en este país, se valora entre poco y nada.
Me resistí a leer Londres, 1891 por tratarse, según creía, en una historia de Sherlock Holme, personaje al que sigo y admiro, y del que he leído un sinfín de pastiches con irregular suerte. Hace un par de semanas, estando invitada a las jornadas de novela de Córdoba, coincidía en mesa con Biedma y con María Zaragoza. Antes de entrar a la charla vi el libro y pensé que era un buen momento para leerlo. Entre otras cosas, porque aún me quedaba parte del viaje hasta Puebla de Almoradiel y no había llevado nada para leer.
Comencé a leer a Biedma y no podía soltar el libro. Una vez más, el lenguaje cuidadosamente pulido, la prosa ágil sin prisas, pero sin pausa, una historia compleja y envolvente que te arrastraba por los suburbios londinense y te ofrecía un muestrario de personajes abyectos, miserables y conmovedores. Una de las obsesiones de Biedma es, precisamente, esos personajes que no son buenos ni malos, sino que son terribles, simplemente. El sevillano es capaz de ocultar con maestría al propio Satán tras la sonrisa angelical de un bebé recién nacido.
En esta novela coral, Sherlock es un trasunto, una excusa que aparece difusamente como una sombra que está, pero apenas notas; Moriarty muestra su lado más humano, sus miedos, incluso el deseo sexual por la podredumbre, mientras juega a seguir siendo la némesis, no ya solo de Holmes, sino del ser humano tal y como lo conocemos; Cox, el tercer elemento que esta historia necesita para sostenerse de una manera tan magistral, es un revientacadáveres, profesor de universidad caído en desgracia y que permanecerá en ella porque es ahí donde tiene que estar, nació para eso.
No es Londres, 1891 una obra para los amantes de Sherlock Holmes, ni de Moriarty, ni siquiera de la novela victoriana. Es una novela para los amantes de todo ello, que no esperan encontrar un final made in Hollywood, sino una bofetada de realidad decimonónica. Es una novela para los amantes de la BUENA LITERATURA, para los lectores ávidos de buenas historias y de mejores escritores.
Deseando volver a ponerle las manos encima a Biedma.

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