CRIMINALIDAD EN LA ÉPOCA VICTORIANA. SCOTLAND YARD O DE CÓMO NO ATRAPAR A UN ASESINO.

CRIMINALIDAD EN LA ÉPOCA VICTORIANA. SCOTLAND YARD O DE CÓMO NO ATRAPAR A UN ASESINO.


Con la llegada de la industrialización la población en Inglaterra, país en el que surge la revolución de las máquinas, emigra del campo a la ciudad. Esta emigración descontrolada en busca de trabajo por lo que la pobreza iba en aumento. A la pobreza le siguen, casi instantáneamente, los guetos, la mendicidad y el pillaje. Esta nueva población se instaló en el East End: Whitechapel, Bethnal Green, Wapping, Mile End y Spitafields. Allí vivían hacinadas miles de personas que nadan tenían que ver con la otra parte de la ciudad: el West End.

Londres parecía ser la ciudad perfecta para la proliferación de prostitutas, ladrones y timadores. La arquitectura de esta ciudad, con sus laberínticas calles, callejones sin salida, iluminación escasa. Nacer en cualquiera de las zonas del East End significaba nacer condenado a las casas de trabajo, donde se explotaba terriblemente a los niños; o abocado da la delincuencia. No había más alternativa.
Pero el East End pronto se convirtió en “ese lugar” donde los burgueses y los ciudadanos de clase alta, podían dar salida a sus más bajos instintos. Obviamente, en muchas ocasiones eran atacados, robados, estafados. Pero había un ciudadano… Un ciudadano que se paseaba por aquellas calles bien vestido, con buena presencia, pero escondía al mayor monstruo que haya visto la luz: Jack el Destripador.
Pero, en este sistema anárquico en el que prevalecía la delincuencia, ¿dónde estaba la policía, a que se dedicaban los agentes del orden?
En 1800 nació la policía de Glasgow, convirtiéndose en la primera fuerza de orden organizada. En 1829 nace la Policía Metropolitana de Londres y la Policía de la ciudad en 1839. Los Peelers, como se conocía a la policía por el nombre de su fundador Robert Peel no fueron bien acogidos por la población que temía perder libertades a manos del nuevo cuerpo de orden. Tanto es así que llegaron a registrarse más de 2.000 casos de agresiones a agentes hasta 1887. Eso por no contar con que a la policía se le pagaba como a un trabajador no cualificado y no se le daba más armas que una carraca y una porra.
Esto se extendió hasta 1842, año en el que se creó una fuerza detectivesca con un inspector y seis oficiales. Y no sería hasta 1872 cuando apareciera el Departamento de Investigación Criminal.
La alarma social se disparó con la irrupción de la figura del Destripador a finales de 1888.

RELACIÓN SHERLOCK/SCOTLAND YARD
Holmes no respetaba para nada a las fuerzas de seguridad de Londres por considerarlas primitivas en sus razonamientos y un poco idiotas. De hecho, Holmes crea su propio equipo de investigación, los Irregulares de Baker Street, una pandilla de pilluelos a los que llamó la “sección del cuerpo de policía detectivesca de Baker Street. El detective consultor decía que de cualquiera de esos “pequeños mendigos se puede conseguir una suma de trabajo superior al que rinde una docena de hombres de las fuerzas de Policía”.
Existe un hecho que hace que Holmes sea muy contrario a las técnicas de la policía. En la escena del crimen de Catherine Eddowes, el Destripador había escrito con tiza en una pared cercana: “los judíos son los hombres a los que no se culpará de nada”. Por temor a incidentes antisemitas, el comisario de Sctoland Yard, Sir Charles Warren, ordenó limpiar la pintada, algo que Holmes jamás hubiera consentido porque era un absoluto defensor del análisis exhaustivo de la escena del crimen.
Menciones a Scotland Yard por Sherlock Holmes

En El signo de los cuatro insulta aún más a Scotland Yar al afirmar que valora más la ayuda del perro Tobby que la “de todas las fuerzas de detectives oficiales de Londres”. ¿Casualidad que prefiera Tobby a los “Bobby”?
En La aventura del carbunclo azul afirma que no está contratado “para sufrir las deficiencias de la policía”.
En El misterio del valle de Boscombe Holmes se pasa la mayor parte de la novela censurando la “imbecilidad” de algunos agentes.
Sólo en algunas ocasiones, Holmes, se muestra indulgente. En La aventura de la Liga de los pelirrojos, Holmes dice del agente Jones: “Es valiente como un bull dog y tan tenaz como una langosta.

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